Es difícil postularse ante la historia de David Millar sin crear polémica de por medio. Sus defensores acérrimos lo verán como una víctima valiente de la probablemente, mas escandalosa época para el ciclismo profesional (aquella que fue del 2000 al 2005 aproximadamente) y sus enemigos mas desaforados verán en el a un tramposo que sigue compitiendo y que ahora se redime, a la vez que se lucra, contando su historia de Sexo, drogas, y pedales a tutiplén.
Después de dar cuenta este verano a su libro, y de ver anoche el Informe Robinson que desgrana con acierto y de forma muy bien resumida lo que las páginas tratan y/o da a entender, se me ocurren varias cosas:
La primera es que David Millar escribe muy bien, cosa que me sorprendió desde la primera página. Empecé a leer el libro como me pasa con muchos de estos llamados, autobiográficos, ya sabéis, atraído por su historia pero a veces, aburrido por el cómo se cuenta en el libro, normalmente con un lenguaje neutro y estándar. La sorpresa fue encontrarme con un Millar de prosa ágil y con una capacidad de atraer a su lector que para mí fue toda una sorpresa. Al igual que las buenas novelas, Millar te atrapa y te hace participe, que no cómplice, de su intrincada historia de amor y odio hacia el deporte de las dos ruedas y los pedales. Se revela dentro de el, su pasión por los libros y se nota en su pluma. Punto Positivo.
Con respecto a su historia, hay veces que me compadece, y otras tantas lo condenaría. Yo creo que hay mas parte en él de víctima que de delincuente. Sus vivencias son mas propias de un Sistema corrupto y a punto de explotar que de un tipo sin escrúpulos que haría cualquier cosa por ganar una carrera. Me creo su idealismo adolescente, su competitividad, sus ganas de triunfar, sus escarceos y su azarosa vida nocturna, me creo todo el caso Cofidis, me creo sus ganas de redimirse, de perdonarse, me creo también su amor por el deporte, pero no me creo tanto que una vez dentro de toda la movida dopajil, no se bajara antes del carro.
Hay que recordar que no confesó, sino que cantó una vez que lo trincaron. Y eso me hace sospechar que si nunca le hubieran pillado esa jeringuilla en su casa De Biarrtiz, probablemente David Millar hubiera ido mucho mas allá en esta lacra del ciclismo. El se vio atraído por el lado oscuro, era consciente de lo que hacía, se sentía mal por hacerlo, se emborrachaba por ello, tomaba somníferos por ello, pero, no lo dejó. Lo trincaron. Y eso marca la diferencia. Creo que el sistema puede estar podrido, que el ciclismo en aquellos años se parecía mas a Trainspotting que a un deporte, todo lo que tu quieras, pero siempre puedes decir NO, al dopaje. Siempre pudo haberse salido y renunciar a todo y contarlo como ha hecho, pero me creería mas su desgraciada historia si hubiera salido de él y de motu proprio, que no después de una redada policial.
Aún así, y como nunca es tarde si la dicha es buena, a mi no me supone ningún problema moral que ahora quiera contar su historia y sentirse mejor consigo mismo. De hecho, eso lo alabo. De ahí, que en este momento y mas que en su época como profesional de la bicicleta, Millar sea mas "Dave The Brave" que nunca.
Aquí el Programa Completo: