viernes, 3 de junio de 2016

IV BTT El Corte Inglés 2016

Si mi profesora de lengua y/o comentario de texto leyera estas líneas seguramente me echaría a los leones. Encarna nos enseñó a escribir haciendo una presentación, desarrollar luego dos o tres ideas máximo, para acabar finalmente con una pequeña conclusión. El caso es que el domingo pasado tuve uno de esos momentos de Gloria que Andy Warhol defendía que al menos, todos deberíamos tener una vez en la vida. Por suerte duró menos de los 15 minutos de rigor, pero hoy la tecla me puede y tengo que contar esto antes que otra cosa. Perdonad por lo pedante que pueda resultar, pero la ocasión lo merece.
Os pongo en situación. Andábamos ya en carrera y estábamos a punto de subir el famoso y para mi inédito, “Montañés”. Manu, Borja, Rubén, Jesús y un servidor íbamos muy retrasados. Al poco de empezar la prueba pinchamos y nos pasó hasta el apuntador, así que afrontamos la subida remontando posiciones desde la cola del pelotón.  Borja me dijo: tu dale fuerte, que si no te encuentras con gente de por medio la subes del tirón. Yo todo enchufao después de la arenga del jefe de filas, encaro la famosa subida y de repente veo delante como unos 47 cicloturistas bajados de las bicis y subiendo el primer pechugazo por todos los lados del estrecho camino. Jodo petaca, Misión imposible. 
Total, que como iba con ganas empiezo a echar voces DERECHA DERECHA! y de inmediato los 47 bikers a pie comienzan a arrimarse a la izquierda y aquí es donde empieza lo bueno, porque de repente el Montañes pasó a estar asfaltado, los ciclistas se convirtieron en Tifosi y yo me vi como el pirata Pantani subiendo el Mortirolo en el 94 (quien me manda a mi ver el Giro el día antes de una carrera). El caso es que la peña empezó a animarme, Venga chaval (gracias, con el casco no se ven las canas) que ya lo tienes, vamos vamos, no te bajes, ya esta ya esta!! Os lo aseguro, aluciné en colores. Yo, en bici, sentado y con todo metido coroné el Montañes en volandas gracias a los vítores de los mismos que participaban en la prueba. En serio, tardaré en olvidar ese ratico tan bueno. Y ahora, empecemos con la crónica en si. 

Hacía casi tres años que no participaba en ninguna cicloturista de BTT. En carretera todavía no me he estrenado. Remolinos, subida a la Ermita ´13. Antes alguna ciclo en Borja, la del Esfardacho de Alagón y para de contar. Ninguna tan multitudinaria como esta organizada por el Corte inglés. Mas de 700 inscritos. El ambiente por eso, espectacular. El  día salió majo, con sol pero con una buena cierzera a tener en cuenta, sobretodo en la segunda parte de la carrera. Como siempre, al llegar, a poco que mires ya ves a algún Octavus preparando bártulos, hinchando las ruedas o de charrada con alguno otro amante de las dos ruedas. Se nos reconoce fácil. Un poco antes de las 9:30 vamos para la salida, que se retrasa unos minutos. De repente, justo por encima nos sobrevuelan 3 cazas a toda leche rompiendo la barrera del sonido. Como en la Superbowl. Que nivel estos del Corte Inglés, como se lo curran. Aún miré de reojo a la tarima de entrega de trofeos por si Salía Bunbury o Amaral a versionar el canto a la Libertad del Abuelo Labordeta. Me vine demasiado arriba. Ya estaba con la mano en el corazón cuando caí en la cuenta que solo iba a ser unas simples maniobras del ejercito.
Salimos y al poco ya tuve esa sensación que me sobreviene al poco de darle a los pedales. Cómo me gusta la bici, que agradecida es, y que poco la cojo últimamente, sobre todo la BTT. El caso es que entre el gustico que llevaba y la forma de afrontar la carrera los que íbamos, a saber, siendo fiel al termino cicloturista, al menos a mi, me sentó genial. No iba con ganas ni de probarme ni de nada más que no fuese disfrutar de la bici, y vaya si lo hice. 
Carrera muy recomendable, sobretodo para disfrutarla en grupo. Cerca de casa, barata, y muy popular y multitudinaria, de esas que hace afición. Para repetir. 

sábado, 5 de marzo de 2016

Paracetamol, Pelucas Y Metros De Moqueta


El pasado 26 de diciembre, volviendo a casa después de nadar con los delfines y las sirenas en el 100x100 Swim de Casablanca tuve una visión, fue justo después de dejar a César y a Luis en Utebo, ya camino de Alagón, y escuchando el Riders on the storm de Los Doors me vino la llamada, lo noté, no había duda, era una señal, lo tuve claro. Cristalino. Quise ser voluntario en el Duatlón Solidario Utebo 2016. Fundamentalmente por dos razones. La primera y menos importante, y también por ser la mas inesperada, me vino mientras vi nadar a todos los cracks en la piscina Eduardo Lastrada del Stadium. Aquello fue casi una experiencia religiosa. Yo, que lucho por mantenerme a flote en el agua, de repente vi como hay que hacer las cosas, como se levanta el codo, como se desliza, como... todo. y me dije: A esta gente la quiero ver en acción en carrera, y no como durante todo el 2015, o sea, bocinazo de salida, y venga, ya nos vemos en las birras de meta. Me quedé con las ganas de verlos correr y pedalear en bici. No soy mucho de ídolos, pero reconozco que a muchos de los cracks aragoneses del Triatlón los sigo con fervor por Facebook, y cuando en alguna carrera me cruzo con ellos, como a la gran mayoría no los conozco personalmente (recordad que todavía soy un triatleta de segundo año) los miro casi con la misma admiración y respeto que cuando de pequeño veía partidos de Michael Jordan o los mates de Dominique Wilkins. 
La segunda razón de ser voluntario en Utebo ya me venía casi casi desde que acabe la prueba organizada por el Club en el 2015. De alguna manera me sentía en deuda con ellos. Quería, no se, como poder retornarles y devolver algo, por pequeño y testimonial que fuese, y así agradecerles todo el esfuerzo, dedicación, amor y empeño que ponen muchas personas de este equipo. 
Aunque casi no lo consigo. El Martes 16 saltaron las alarmas. 39 de fiebre, mocos, tos y destemple generalizado. Es lo que tiene el primer año que llevas a tu hijo a la guarde. Que pillas todas las cataplasmas habidas y por haber. Casi tres días fuera de juego a base de paracetamol, ibuprofeno, y cleanex de Bob esponja (si, son los que le gustan a Mario).
El Viernes la fiebre remitió, la tos también y los mocos, bueno esos aún los llevo, pero ya no me impidieron acercarme a las 20:00 al pabellón polideportivo para la reunión de Voluntarios. Una vez allí es donde se da cuenta uno que esta ante algo grande. Toda la sala llena de gente, mas de 150 voluntarios confirmados para la carrera, una planificación ejemplar y detallada minuciosamente por Dani Tello, un pueblo volcado, en fin, alucinante. 
El sábado estábamos convocados a las 7:30 en la tarberna Casco antiguo para un almuerzo de los buenos antes de entrar en materia. Allí pasamos un buen rato charlando entre vino, gaseosa, longaniza, panceta, huevos fritos, etc, etc. 
A las 9 en el Ayuntamiento y allí ya a tope con los preparativos. Yo opté por repetir en zona de Boxes, porque aunque os parezca que eso es llegar y dejar cuatro vallas y  cinco caballetes ahí, sin mas, no no, ni de coña. Preparar los boxes es una obra de ingeniería solo al alcance de arquitectos del Triatlón como el Gran Pedro Jarabo. También cogimos a media mañana la furgo de Borja y nos fuimos los dos y Pura Vida al Alcampo a coger la fruta para el día siguiente. Después, y justo antes de comer, una cervecica con los paisanos Octavus de Alagón para charrar de lo mucho que se lo curran en Utebo para sacar adelante un evento como este pedazo de Duatlón. Si le llaman no oficialmente Campeonato del mundo por algo será. 
El Domingo a las 7:30 otra vez diana Floreada, pero no para almorzar, sino para ir con la furgo de Javi Ferrero a hacer unos recados para dejarlo todo listo y preparado. El comando moqueta formado por Javi, David Guillén, Mi patrón y/o Team Leader para la carrera (El Poza), Pura Vida again, Matito, y un servidor pasó un buen rato apatrullando la Carretera de Logroño arriba y abajo. 
Al volver aquello ya estaba cogiendo color, así que al poco rato nos fuimos a ocupar nuestros puestos en la zona asignada del recorrido. Y ahí la suerte me volvió a sonreír. 
Quedé emparejado a la salida del túnel con el gran Deivid Cano, que había traído para la ocasión un par de pelucas color Fucsia Octavus y una bocina para animar al personal. Que buen rato pasamos, y además en nuestro haber tengo que decir que muchos duatletas se salvaron de darse un guarrazo en el suelo gracias a los gritos de ¡Cuidado barro!, ¡ojo en el medio barro al salir!, y demás avisos preventivos. Nadie cayo al suelo pero a algun@s poco les faltó. Misión cumplida. 
Nos montamos en el coche de vuelta a lo que ya era una fiesta total en el pueblo con la idea de hartarnos de birra y justo al llegar Jarabo nos envía a la zona de boxes a ayudar a quitar los dorsales de las bicis, y allí, es donde todo cobra sentido. Primero porque ves de cerca a todos los corredores, los top y los populares, a todos, y no os podéis imaginar la cantidad de gente a la que conforme les recogías el dorsal, te daban las gracias, pero las gracias de corazón, por lo bien que se lo habían pasado, lo bien organizado que estaba todo, por la amabilidad de la gente, y una larga lista de piropos que daría para media docena de crónicas. 
Si yo me volví a casa contento, no quiero imaginarme lo orgulloso que tiene que estar un pueblo como Utebo de ser protagonista de algo tan bonito, tan especial y no nos olvidemos, tan solidario. 
Larga Vida al DSU.

Triatlón Sádaba 2015

Yo sigo insistiendo y no se, igual peco por cansino, pero la fiesta que rodea a una prueba de triatlón dudo mucho que se pueda igualar a la de otra disciplina deportiva. Oye, que es que el sábado entramos gratis a las piscinas mis padres, mi mujer, mi hijo y un servidor. Y comimos allí, y nos bañamos allí, y la gente acampaba y todo, y hasta había un torneo de fútbol 7. Esto es maravilloso. Tengo 37 castañas y soy nuevo en esto, y lo estoy disfrutando como si fuera un chico pequeño, hasta tal punto de que a veces me jode no haber aterrizado antes en este trideporte. En ocasiones tengo la vaga sensación de que hasta he perdido el tiempo -deportivamente hablando- antes de debutar en Mayo en Mezalocha, diluvio mediante, pero bueno, como siempre son divagaciones de un Rookie de primer año atrapado por la pasión que despierta todo este tinglado. Luego está lo del Octavus, lo de este club, que coño, lo de mi club, que es para rodar un Informe Robinson aparte, por lo menos. 25 que nos plantamos allí, si si, VEINTICINCO, te cagas. Okupamos literalmente Sádaba. Es que os digo una cosa, que yo he hecho un estudio de campo y está comprobado científicamente. Cuando vas a una prueba y vas “de calle” sin saber si eres de unos, o de otros, o de licencia de un día, mira, pasas desapercibido. Eso si, en cuanto te cambias y apareces con el tritraje, y ahora con el polo, coño, todo Dios te da las buenas tardes. ¿Es un pájaro? ¿es un avión? no, es uno del Octavus. Me siento un superhéroe. Es que en el próximo triatlón me voy a cambiar en una cabina de teléfono, lo tengo decidido, por darle mas enjundia al asunto y tal. En fin, que como siempre me disperso. Vamos con la prueba. 
En cada tri, intento probar cosicas nuevas para ir viendo si van bien, si van mal y así poder ir encontrando mi lugar en este mundo. En la natación (sin haber nadado nada después de San Juan, punto negativo) opto por, definitivamente, entrar al ring, o sea, nada de ir detrás y evitar golpes. Al lío. Tampoco es que me pusiera en primera fila rodeado de los tridelfines pero si que me animé a conocer ya de primera mano los mandobles que se lleva uno en el sector de natación. Seguro que algún sordón también solté a alguien, pero fue sin querer, lo juro. De buen rollo. Además mi mujer puede dar fé de que el día antes de un tri siempre me corto las uñas de manos y pies, que paso de hacer sangre. 
Una de las cosas que mas me gustó de la natación en Sádaba fue que el contacto con el público y con los tuyos es mas cercano que en otros. El pantano de Valdelafuén, chiquitín, supongo que ayuda. Al salir del agua noté el calor de la gente que se acercó allí, mi mujer en la zona de transición pudo hasta jalearme y todo y creo recordar que también, de fondo, oí el sonido de un Whatsapp, con lo cual cogí la bici con la tranquilidad que le da a uno el saber que su suegra ya está al tanto que el padre de su nieto ha vuelto a escapar de nuevo, de las garras de Siluro-Ness. 
La bici, esta vez cross, esta vez BTT. Vale, el tri de Sádaba es de carácter popular, con unas distancias mas asequibles que otros, fenomenal, ideal para iniciarse, no digo que no, la bici no tiene desniveles de infarto, muy bien, lo que tu quieras, pero el terreno no es fácil, ni mucho menos. Es, como dirían los entendidos de las dos ruedas, bastante pestosillo. Mucho polvo, y yo no soy Milton Ramos el rey de las dunas, muchas roderas de lluvia que petan el terreno de baches y en según que tramos las piedrecicas son de un calibre medio tirando a alto. Es muy difícil aquí ir en pelotón, no vi muchos grupos grandes. Dos o tres corredores como mucho. Es un terreno tipo Juan palomo, cada uno a lo suyo. Yo sólo pude ir a rueda un poco de Paulino (como va esa Massi tuentinainer pajaro) cuando me alcanzó antes de la mitad del recorrido. Y que bien me vino ese gel que me diste. Gracias compañero. 
Me gustó mucho el tramo ese en el que pasamos por unos pedruscos, monolitos, no se, templo sagrado en ruinas, donde además andaba agazapado Alberto Casas disparando como un francotirador a diestro y siniestro. Coño, eso se avisa antes, así le da tiempo a uno de meter tripa y poner una pose en condiciones. Tripostureo que no falte. 
Como siempre la bici en mi caso es lo menos sufrido de la prueba, y más si es BTT. Al final, con la flaca llevo andando un par de años desde que me pillé la Giant. Eso no quita para que, independientemente de que disfrute mas que con la de carretera no tenga que entrenar más, sobretodo la explosividad y la velocidad (nota mental para la temporada que viene).
Llegamos de nuevo a la segunda transición. Los míos siguen allí como unos campeones (el primer tri al que vaya sólo lo voy a pasar mal, aviso, me estoy mal acostumbrando) Sólo una mirada de reojo de dos segundos de duración sirve para reponer fuerzas. Echo a correr. Es por tierra, anda, me gusta, además al estar nublado, el calor aplana menos y empiezo con un ritmo alegre sostenido mas cercano al 4:30 que al 5:00 el kilometro. Bien. Lo nunca visto. Hasta adelanto a algún corredor y todo. 
Que poco dura la alegría en la casa del pobre. Repecho para abajo, me vengo arriba, aprieto, pedrusco gordo y... adiós tobillo, hola morcilla de Burgos. Joder que mal. Que dolor. Me paro 3 segundos y noto que el dolor aumenta. A tomar por culo. Velocidad de crucero. No hemos venido aquí para llegar a meta en coche. Me jode, porque era la primera vez que echaba a correr en un triatlón con todo lo frescas que puede llevar uno las patas a esas alturas de carrera.  Esto queda muy bien así, escrito, acabar con dolor y tal le da un carácter épico muy guay y muy chulo a la crónica, pero mientras tecleo, el pie lo tengo en alto bien fresco gracias a la bolsa de guisantes Auchan. Igual me tenía que haber metido la épica, la superación, y el poco talento por donde la espalda pierde su nombre y haber abandonado la carrera. 
La cosa es que acabé, y además contento, como siempre. Llegar y ver la meta plagada de Octavus, y recibir a otros tantos de los tuyos con aplausos es una sensación que no quería perderme. Lástima lo de Yone, porque además no veas como va el tío. Segundo puesto aquí, octavo allá,  las chicas al podio, Josema haciendo las veces de Tomás, etc, etc, no se puede pedir más.
Bueno si, una pedazo de cena a posteriori con el equipo ya en Utebo, que como la canción de Vetusta Morla, es el que te hace grande. Y cada vez más en esto del triatlón. Pero eso queda aquí. Punto, porque como en las Vegas, lo que pasa en las cenas del Octavus, se queda en las cenas del Octavus. 

Triatlón Sprint San Juan De Flumen 2015

Suena el Teléfono. Ring Ring. ¿Merche? (suegra de triatleta) ¿Si? Hola, que tal Fina,(madre de triatleta) ¿Como estáis? bien, ¿y el pequeño? (Mario, 2 años, hijo de triatleta) ayyy que rico está, que gracioso, que bueno, no para, y que tal come, bien, y la revisión del pediatra, madre mía que nieto tenemos y bla bla bla... 
Media hora después. Oye, y ahora cuéntame que es eso que esta haciendo el chico. Algo me ha dicho Fabiola (esposa de triatleta) pero yo no me entero. Triatlón, ¿que es eso? ay Merche, una locura, a ver como te explico. Resulta que se van a un pantano, y van y se tiran a nadar a lo hondo con un traje todo apretado y oye, se dan una vuelta entera que parece que no, pero aún son metros. Luego por si no tuvieran poco se echan a correr con la bici, y después, que no se de donde sacan ni las ganas ni las fuerzas se ponen a correr por el pueblo.
Que mal rato pasé en Mezalocha Merche, no veía el momento en que saliese del agua. Pero que necesidad tiene de nadar allí, que cubre un montón y además no hay más que bichos raros rondando por esas aguas. Además les ponen algo en el tobillo que según me ha dicho Fabiola es para tenerlos localizados por si se ahogan o algo. De verdad que yo esto lo llevo muy mal. Me gustan mas esas otras que ha hecho este año que solo corre y va a en bici, como la de Utebo. Eso digo yo Fina, yo lo del agua no lo veo claro tampoco, ya le dije a Fabiola que en cuanto el chico saliese del agua me mandase un wasap para quedarme tranquila. Ay si, si, eso ya se lo he recordado también. Mañana no vamos a poder ir a San Juan de Fons o de Flumen o como se llame el sitio donde va a hacer otro triatlón de esos. No he pegado ojo en toda noche pensando que va a tener que estar nadando en otro pantano. Si puedes mándame un wasap cuando salga del agua y otro cuando acabe. Así me quedo mas tranquila. Claro que si Fina, cuenta con ello. 
Este es a grosso modo el pan nuestro de cada día en la vida de un triatleta de primer año de un pueblo cualquiera de la Ribera alta del Ebro. De repente te conviertes en la gran atracción de la familia. Todo el mundo te hace preguntas, en el trabajo se piensan que estas loco, tus amigos te reprochan que has cambiado los Gin Tonics por las catas involuntarias de agua de pantano sabor barbo, y descubres que tu madre tiene una cara nueva el día antes de la celebración de un triatlón, a la que he bautizado como “careto nivel: madre de torero sentada en la plaza de las Ventas”.
De una manera o de otra, el triatlón esta causando furor en mi circulo mas cercano. Y yo estoy encantado. No puede haber mejor plan que pillar la Scenic y meter a madres, padres, hijos, suegros y hasta el cura si hace falta para hacer turismo por nuestra tierra, conocer lugares en los que nunca pararías, y disfrutar del deporte y de ese ambiente festivo y veraniego tan chulo que rodea una prueba de triatlón. 
Y así después de debutar en Mezalocha nos cogimos los bártulos y nos plantamos en San Juan de Flumen dispuestos a disfrutar de nuevo de otra gran jornada.
Al llegar ves que el pueblo está completamente volcado con la prueba. Se nota porque hay voluntarios por todos los sitios dispuestos a ayudarte en lo que haga falta. Poco a poco empiezan a llegar mas triatletas y una hora antes de que empiece la prueba el pueblo está de bote en bote desprendiendo un buen rollo y una festividad y unas ganas de pasarlo bien que te va empapando desde que aterrizas hasta que te despides de San Juan con ganas de volver al año siguiente. 
Allí volví a repetir la experiencia de Mezalocha con Angel, Yone, y conocí a Luismi, a Tino, y también a Yolanda. Con el bueno de Borja volví a coincidir después del Duatlón de Casablanca. También debutaba en Triatlón. Otro que perdía la virginidad. 
En lo puramente deportivo y ya centrándonos en la prueba fui con varias ideas en la cabeza que resumiría básicamente en un objetivo global, y tres específicos, uno por disciplina. Os cuento.
El global, una vez habiendo debutado, era subir un punto de intensidad en San Juan. Quería probarme (dentro de mi modesto estado de forma) no quería guardarme nada. Y todo pasaba con encarar cada uno de los segmentos de una determinada manera. El más complicado, tras la experiencia previa era la natación. Tal y como se veía venir el neopreno no hizo falta y eso ya me tranquilizó. Pude darme un capucete antes para comprobar la temperatura del agua e ir pillando sensaciones. Me vino muy bien. 
Cuando comenzó la prueba me puse atrás aunque en la esquina errónea, salí de izquierdas cuando lo mejor hubiera sido hacerlo de derechas. Eso me llevó a dar unos cuantos bandazos al principio hasta que me ubiqué. Una vez en mi “zona de confort” me vi nadando tranquilo y sin los agobios ni el mal rollo que llevé en Mezalocha. Conforme avanzaba metros me iba animando y me dije que si todo iba así de bien, al alcanzar la primera boya aceleraría el ritmo. Alcanzado el primer globo amarillo y ya encarando el segundo voy ganando en confianza y acabo saliendo del agua muy satisfecho porque, si bien salieron menos metros de los 750 marcados por la prueba, nunca tuve la sensación de querer acabarla a toda costa. Y además esta vez no hubo mareos al salir. Bendita biodramina. 
Con la bici, mi humilde objetivo fue hacer el segmento con una media superior a los 30 Km/H. Para ello, y sin tener las piernas excesivamente a tope de forma, todo pasaba también por hacer una carrera inteligente y saber leerla en todo momento. Y eso fue prácticamente en lo que acerté. Salí solo del agua y sólo me puse a pedalear. Las rectas largas del segmento permitían ver muy a lo lejos los grupos que se iban formando. Apreté y apreté los primeros minutos de bici para enlazar con un grupo muy numeroso pero muy muy poco unido. Había gente cómoda atrás, había gente sufriendo y a punto de descolgarse y había gente dando relevos. Aprovechando la inercia que me llevó a enganchar con ellos me pongo al frente del grupo y hago un primer relevo fuerte en el que nos quedamos unos cuantos con ganas y algo de punch todavía para ir a por la siguiente grupeta. Y así fuimos cazando a unos cuantos y siendo pillados también por un misil tierra Aire llamado Ana Revilla que nos quitó las pegatinas a todos en cuanto subimos la tachuela cerca del final, donde también encontré a Juanito Martinez con un inoportuno tirón en la espalda que le hizo abandonar la carrera. Aun así tuvo tiempo de animarme y darme algún consejo para encarar los últimos kilómetros. Se agradece. 
Igual pequé de optimista en la bici y tendría que haberme guardado un poco, no se, no me arrepiento de lo que hice porque esos 24 kilómetros los gocé como un enano. Y además, sabía que en cuanto dejara la bici el chorreo de corredores que me iba a pasar se contarían por decenas. De perdidos al río. Y así fue. 31 Km/H de media. Como en la Xbox, logro desbloqueado. 
Oye, que subidón esa ultima zona de transición cuando dejas la bici y te calzas las zapas. Todo el pueblo gritando y animando. Que maravilla, que chute. Eso hace más que cualquier gel con cafeína. Y tanto. Salí disparado a 4:15 a correr a pié los últimos 5 kilómetros: Miro el Suunto y alucino en colores. Oye igual no estamos tan mal. Si, ya, como se nota que uno es Rookie. En cuanto pisé el campo y dejó de oírse a todo el pueblo de San Juan llevarte en volandas hizo aparición ese invitado al que nunca quieres ver, ni mucho menos sentir. El tío del Mazo. El 4:15 paso rápidamente a un 4:30 y al empezar la segunda vuelta ya estaba en un 4:50. Me cruzo con todos los compis del Club, vamos vamos vamossss. Me meto en todas las duchas, me bebo todos los vasos de agua que pillo y me tiro todas las botellas de agua que puedo ponzima. Todo para cumplir con mi último objetivo diseñado específicamente a tenor de las nuevas circunstancias de carrera. Por mis santos cojones que acabo por debajo de 5 el kilómetro. Me queda media vuelta y voy a 5:27 corriendo en modo “das mas pena que otra cosa”. Ya no hay agua, ni duchas, sólo los más de 30 grados y unas patas que no dan para más. Ultimo giro, última recta. A lo lejos el arco de Inmeta. Aprieto lo que puedo, que es nada y cruzo la meta directamente a la barra. Siete vasos de Powerade de trago y ya parece que soy persona. Nos pasamos rápidamente a la birra y a los abrazos y felicitaciones a los compañeros, amigos y familiares. 
Señoras, señores, que bonito es el Triatlón.