Si mi profesora de lengua y/o comentario de texto leyera estas líneas seguramente me echaría a los leones. Encarna nos enseñó a escribir haciendo una presentación, desarrollar luego dos o tres ideas máximo, para acabar finalmente con una pequeña conclusión. El caso es que el domingo pasado tuve uno de esos momentos de Gloria que Andy Warhol defendía que al menos, todos deberíamos tener una vez en la vida. Por suerte duró menos de los 15 minutos de rigor, pero hoy la tecla me puede y tengo que contar esto antes que otra cosa. Perdonad por lo pedante que pueda resultar, pero la ocasión lo merece.
Os pongo en situación. Andábamos ya en carrera y estábamos a punto de subir el famoso y para mi inédito, “Montañés”. Manu, Borja, Rubén, Jesús y un servidor íbamos muy retrasados. Al poco de empezar la prueba pinchamos y nos pasó hasta el apuntador, así que afrontamos la subida remontando posiciones desde la cola del pelotón. Borja me dijo: tu dale fuerte, que si no te encuentras con gente de por medio la subes del tirón. Yo todo enchufao después de la arenga del jefe de filas, encaro la famosa subida y de repente veo delante como unos 47 cicloturistas bajados de las bicis y subiendo el primer pechugazo por todos los lados del estrecho camino. Jodo petaca, Misión imposible.
Total, que como iba con ganas empiezo a echar voces DERECHA DERECHA! y de inmediato los 47 bikers a pie comienzan a arrimarse a la izquierda y aquí es donde empieza lo bueno, porque de repente el Montañes pasó a estar asfaltado, los ciclistas se convirtieron en Tifosi y yo me vi como el pirata Pantani subiendo el Mortirolo en el 94 (quien me manda a mi ver el Giro el día antes de una carrera). El caso es que la peña empezó a animarme, Venga chaval (gracias, con el casco no se ven las canas) que ya lo tienes, vamos vamos, no te bajes, ya esta ya esta!! Os lo aseguro, aluciné en colores. Yo, en bici, sentado y con todo metido coroné el Montañes en volandas gracias a los vítores de los mismos que participaban en la prueba. En serio, tardaré en olvidar ese ratico tan bueno. Y ahora, empecemos con la crónica en si.
Hacía casi tres años que no participaba en ninguna cicloturista de BTT. En carretera todavía no me he estrenado. Remolinos, subida a la Ermita ´13. Antes alguna ciclo en Borja, la del Esfardacho de Alagón y para de contar. Ninguna tan multitudinaria como esta organizada por el Corte inglés. Mas de 700 inscritos. El ambiente por eso, espectacular. El día salió majo, con sol pero con una buena cierzera a tener en cuenta, sobretodo en la segunda parte de la carrera. Como siempre, al llegar, a poco que mires ya ves a algún Octavus preparando bártulos, hinchando las ruedas o de charrada con alguno otro amante de las dos ruedas. Se nos reconoce fácil. Un poco antes de las 9:30 vamos para la salida, que se retrasa unos minutos. De repente, justo por encima nos sobrevuelan 3 cazas a toda leche rompiendo la barrera del sonido. Como en la Superbowl. Que nivel estos del Corte Inglés, como se lo curran. Aún miré de reojo a la tarima de entrega de trofeos por si Salía Bunbury o Amaral a versionar el canto a la Libertad del Abuelo Labordeta. Me vine demasiado arriba. Ya estaba con la mano en el corazón cuando caí en la cuenta que solo iba a ser unas simples maniobras del ejercito.
Salimos y al poco ya tuve esa sensación que me sobreviene al poco de darle a los pedales. Cómo me gusta la bici, que agradecida es, y que poco la cojo últimamente, sobre todo la BTT. El caso es que entre el gustico que llevaba y la forma de afrontar la carrera los que íbamos, a saber, siendo fiel al termino cicloturista, al menos a mi, me sentó genial. No iba con ganas ni de probarme ni de nada más que no fuese disfrutar de la bici, y vaya si lo hice.
Carrera muy recomendable, sobretodo para disfrutarla en grupo. Cerca de casa, barata, y muy popular y multitudinaria, de esas que hace afición. Para repetir.