El pasado 26 de diciembre, volviendo a casa después de nadar con los delfines y las sirenas en el 100x100 Swim de Casablanca tuve una visión, fue justo después de dejar a César y a Luis en Utebo, ya camino de Alagón, y escuchando el Riders on the storm de Los Doors me vino la llamada, lo noté, no había duda, era una señal, lo tuve claro. Cristalino. Quise ser voluntario en el Duatlón Solidario Utebo 2016. Fundamentalmente por dos razones. La primera y menos importante, y también por ser la mas inesperada, me vino mientras vi nadar a todos los cracks en la piscina Eduardo Lastrada del Stadium. Aquello fue casi una experiencia religiosa. Yo, que lucho por mantenerme a flote en el agua, de repente vi como hay que hacer las cosas, como se levanta el codo, como se desliza, como... todo. y me dije: A esta gente la quiero ver en acción en carrera, y no como durante todo el 2015, o sea, bocinazo de salida, y venga, ya nos vemos en las birras de meta. Me quedé con las ganas de verlos correr y pedalear en bici. No soy mucho de ídolos, pero reconozco que a muchos de los cracks aragoneses del Triatlón los sigo con fervor por Facebook, y cuando en alguna carrera me cruzo con ellos, como a la gran mayoría no los conozco personalmente (recordad que todavía soy un triatleta de segundo año) los miro casi con la misma admiración y respeto que cuando de pequeño veía partidos de Michael Jordan o los mates de Dominique Wilkins.
La segunda razón de ser voluntario en Utebo ya me venía casi casi desde que acabe la prueba organizada por el Club en el 2015. De alguna manera me sentía en deuda con ellos. Quería, no se, como poder retornarles y devolver algo, por pequeño y testimonial que fuese, y así agradecerles todo el esfuerzo, dedicación, amor y empeño que ponen muchas personas de este equipo.
Aunque casi no lo consigo. El Martes 16 saltaron las alarmas. 39 de fiebre, mocos, tos y destemple generalizado. Es lo que tiene el primer año que llevas a tu hijo a la guarde. Que pillas todas las cataplasmas habidas y por haber. Casi tres días fuera de juego a base de paracetamol, ibuprofeno, y cleanex de Bob esponja (si, son los que le gustan a Mario).
El Viernes la fiebre remitió, la tos también y los mocos, bueno esos aún los llevo, pero ya no me impidieron acercarme a las 20:00 al pabellón polideportivo para la reunión de Voluntarios. Una vez allí es donde se da cuenta uno que esta ante algo grande. Toda la sala llena de gente, mas de 150 voluntarios confirmados para la carrera, una planificación ejemplar y detallada minuciosamente por Dani Tello, un pueblo volcado, en fin, alucinante.
El sábado estábamos convocados a las 7:30 en la tarberna Casco antiguo para un almuerzo de los buenos antes de entrar en materia. Allí pasamos un buen rato charlando entre vino, gaseosa, longaniza, panceta, huevos fritos, etc, etc.
A las 9 en el Ayuntamiento y allí ya a tope con los preparativos. Yo opté por repetir en zona de Boxes, porque aunque os parezca que eso es llegar y dejar cuatro vallas y cinco caballetes ahí, sin mas, no no, ni de coña. Preparar los boxes es una obra de ingeniería solo al alcance de arquitectos del Triatlón como el Gran Pedro Jarabo. También cogimos a media mañana la furgo de Borja y nos fuimos los dos y Pura Vida al Alcampo a coger la fruta para el día siguiente. Después, y justo antes de comer, una cervecica con los paisanos Octavus de Alagón para charrar de lo mucho que se lo curran en Utebo para sacar adelante un evento como este pedazo de Duatlón. Si le llaman no oficialmente Campeonato del mundo por algo será.
El Domingo a las 7:30 otra vez diana Floreada, pero no para almorzar, sino para ir con la furgo de Javi Ferrero a hacer unos recados para dejarlo todo listo y preparado. El comando moqueta formado por Javi, David Guillén, Mi patrón y/o Team Leader para la carrera (El Poza), Pura Vida again, Matito, y un servidor pasó un buen rato apatrullando la Carretera de Logroño arriba y abajo.
Al volver aquello ya estaba cogiendo color, así que al poco rato nos fuimos a ocupar nuestros puestos en la zona asignada del recorrido. Y ahí la suerte me volvió a sonreír.
Quedé emparejado a la salida del túnel con el gran Deivid Cano, que había traído para la ocasión un par de pelucas color Fucsia Octavus y una bocina para animar al personal. Que buen rato pasamos, y además en nuestro haber tengo que decir que muchos duatletas se salvaron de darse un guarrazo en el suelo gracias a los gritos de ¡Cuidado barro!, ¡ojo en el medio barro al salir!, y demás avisos preventivos. Nadie cayo al suelo pero a algun@s poco les faltó. Misión cumplida.
Nos montamos en el coche de vuelta a lo que ya era una fiesta total en el pueblo con la idea de hartarnos de birra y justo al llegar Jarabo nos envía a la zona de boxes a ayudar a quitar los dorsales de las bicis, y allí, es donde todo cobra sentido. Primero porque ves de cerca a todos los corredores, los top y los populares, a todos, y no os podéis imaginar la cantidad de gente a la que conforme les recogías el dorsal, te daban las gracias, pero las gracias de corazón, por lo bien que se lo habían pasado, lo bien organizado que estaba todo, por la amabilidad de la gente, y una larga lista de piropos que daría para media docena de crónicas.
Si yo me volví a casa contento, no quiero imaginarme lo orgulloso que tiene que estar un pueblo como Utebo de ser protagonista de algo tan bonito, tan especial y no nos olvidemos, tan solidario.
Larga Vida al DSU.