lunes, 10 de diciembre de 2007
Radiohead "Ok Computer" (1997)
Vaya por delante que la idea de escribir esta semana de Radiohead se la debo a mi prima Carmina ("Car" para la familia). Y es que la tengo loca por Londres alucinando con la música de los de Oxford, grupo que he vuelto a rescatar de la lista de álbumes del Itunes después de haberme enterado de su nueva pasión musical puesta de manifiesto en su recién estrenado blog particular.
Alentado por ese nuevo fervor familiar, cogí el Ok Computer el pasado lunes, y más de una semana después todavía suena (y muy alto) “Karma Police”, “No Surprises”, “Paranoid Android”, y todas las canciones que pueblan uno de los discos más laureados de los 90, y con razón.
Su música es bastante difícil de encasillar, y eso ya deja caer un elogio bastante potente. Toda banda que se precie, por una extraña razón, deber pertenecer a algún género, corriente, o estilo musical. Vivimos en el mundo de las etiquetas, donde para encontrar tu sitio debes pertenecer y/o tener afinidad hacia alguien o algo. Parece paradójico que la sociedad alienante e individualista en la que vivimos nos empuja irremediablemente a vivir en una especie de colonia, burbuja, corrillo -llámalo X- de personas que tienen algo en común, ya sea un estilo musical, de moda, de cine, o de lo que se tercie. Hablamos de “involucración” (bonito palabro).
Radiohead ya lo debieron entrever hace unos 10 años cuando publicaron Ok Computer, álbum cuya temática fundamental gira en torno a la soledad del individuo, a los conflictos mundiales, la alienación del personal humano, y la desidia hacia todo lo que nos rodea. Con todo este panorama tan alentador, un disco como este tiene que ser, o salir, o ser parido de una forma especial, y más aún si su principal artífice es Thom Yorke, voz y cabeza pensante (y atormentada) del grupo que hoy nos ocupa. Pocas voces, y ya no solo hablamos de Rock, transmiten la pena y la desesperación como la de York, un tipo de aspecto mínimo que encima de un escenario crece, se transforma, y explota en un coloso monumental, una bestia parda capaz de alcanzar cualquier registro vocal, por difícil que sea.
No se, tal y como esta el cotarro, a donde nos deparará el mundo en que vivimos, pero si os queréis anticipar a él, escuchar siempre que podáis a Radiohead, unos visionarios, unos iluminados, donde un profeta llamado Thom Yorke, nos lleva a través de su música a pensar en aquello que un día un listo de estos se preguntaba: "¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?" No os preocupéis, Thom ya nos avisa en su canción numero 10, "No alarms, and no surprises, Please". Si Nostradamus Yorke me lo dice, pues ya me quedo más tranquilo oye.
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2 comentarios:
Vaya, vaya, va a haber que escuchar el disco entero, no tiene nada de mala pinta.
Un beso.
Hola Primi-Ana, aqui primi-Janin.
Cuando acabes con este pillate el "Pablo Honey". Muy bueno también. Distinto, anterior a este, mas accesible, pero muy potito, como todo lo que saca esta gente.
Besicos!
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